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¿Somos adictos al móvil?

Mucha gente habla de la adicción al móvil. Es una queja de todos cuando hablamos del uso de los móviles, demasiados mensajes, demasiadas solicitudes, pero aun así, no podemos dejar de conectarnos.

Mucha gente habla de la adicción al móvil. Es una queja de todos cuando hablamos del uso de los móviles, demasiados mensajes, demasiadas solicitudes, pero aun así, no podemos dejar de conectarnos.

Si reflexionamos, desde hace 20 años cambiaron nuestros canales para comunicarnos con familiares y amigos. Pero cada vez tenemos más contactos y más relaciones que pasan por nuestros dispositivos móviles. Decimos que somos adictos, pero más que nada necesitamos estar en contacto con nuestros amigos.

Aunque sí podemos hablar de burnout, del estrés prolongado que surge cuando la distancia entre nuestras solicitudes y el tiempo que podemos invertir en ello se incrementa. En ese caso no hablamos del problema de adicción, sino del problema de saturación no controlada.

Es preciso tomar distancia para reflexionar sobre el uso de nuestros móviles. Desconectarse resulta complicado porque significa perder contacto con nuestras relaciones. No somos adictos al móvil, sólo queremos relacionarnos y el móvil es el instrumento que lo permite de manera masiva.

Podríamos pensar que los adolescentes son más conectados que los adultos, como cuando hacen sus tareas atendiendo Facebook y viendo videos en YouTube. Pero ellos nacieron con estas herramientas, saben desconectarse, saben la importancia de cada canal. Saben en qué momento conectarse y con qué canales.

No contestar un mensaje de inmediato lleva a una justificación: estaba en reunión, en el auto o en el metro. Si tal omisión debe justificarse, significa que lo normal es la conexión constante. La geolocalización entra en esa normalidad. Son herramientas que sirven para tranquilizarnos, ubicar nuestros hijos, pareja, familiares y amigos. Pero los adolescentes no tienen ganas de que sus padres sepan dónde están y utilizan tácticas escapatorias.

Desde hace 15 años hay un progreso tecnológico acelerado, va más rápido que la sociología, la jurisdicción, la reflexión ética. En las empresas hay efectos perversos, donde lo personal se mezcla con lo profesional. Además, todos se quejan de que trabajan más que antes, desde su casa día y noche. Es importante reflexionar sobre el uso de los móviles en las empresas, separar lo urgente de lo importante para mejorar la productividad.

¿Qué debo hacer durante las vacaciones, estar conectado todo el tiempo, por momentos o desaparecer?, es una pregunta que no tenemos que responder en la vida cotidiana. No hay reglas, es un asunto social que debemos manejar entre todos. No somos adictos al móvil, más bien, debemos mejorar su uso y adaptarlo a la medida de lo humano.

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Nota basada en reflexiones del sociólogo Francis Jauréguiberry

Jean Luc Lenoble
jeanluc@marketingcapacitacion.com